martes, 10 de febrero de 2015

"felicia"

Felicia miraba el mar, y se preguntaba si tenía fin, si escondía secretos, si se había llevado vidas. Conocía las respuestas, claro. Todas ellas les resultaban obvias. Pero se volvía a preguntar: ¿cómo puede ser que sepamos las respuestas de algo que no conocemos, y sin embargo a veces nosotros mismos somos un misterio? Si Felicia se preguntaba si escondía secretos, diría que no. Pero su pecho comenzaría a arder, su cabeza a latir, sus manos a sudar. Podría asegurar que no era misteriosa en lo más mínimo. Que era transparente, y se mostraba a los demás tal cuál era. Pero cuando llegaba a su casa, se quitaba el maquillaje y los zapatos de tacón, se quitaba el apretado sostén que dejaba marcas en su abdomen, y se miraba al espejo. Se miraba, y veía a una persona distinta, una Felicia autentica. ¿Por qué solo podía ser el ella misma únicamente si estaba sola? Jamás entendía el por qué se sentía incomoda con sus amigas. Yo conozco la respuesta: estaba fingiendo. Felicia nunca habría usado un sostén que la lastimara, o un maquillaje tan cargado, si se quisiera tal como era. Felicia se odiaba. Felicia no se sentía cómoda con las personas, se sentía inferior. Y cuando se miraba en el espejo, allí desnuda de alma y cuerpo, Felicia tenía miedo. Porque no había que fingir. Porque no había nadie a quién superar. Y enfrentaba sus temores, y su odio. Y sus lágrimas podrían haber llenado el océano que estaba contemplando ahora mismo, lejos de todos.

Felicia: no hace falta fingir. No tenés que impresionar a nadie más que a vos misma. La única forma de hacer eso es empezando a quererte a vos  misma. Quitate el maquillaje que te desagrada, y las prendas que te ponen incómoda. Busca lo que te haga sentir hermosa. No importa si no estás igual que tus conocidos, o no tenés la camisa que viste en las revistas. Lo importante es que comprendas que el amor propio es el único que te quita la venda de los ojos. El único que quita la sábana del espejo; la que bloqueaba lo hermosa que sos. Dejá de compararte, aprendé a apreciarte. No hay cosa más linda que amarte; porque te juro, ni el océano puede limitarte.

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