martes, 2 de octubre de 2012

                  

En mi mundo no hay dolor que María no me haya prevenido, ella siempre me dijo "está por venir". Las rodillas cansadas de tanto caer, los ojos cansados de tanto llorar. Llueve para abajo y para arriba también. La limosna que le pido al destino termina siendo la misma migaja sin sabor. La sangre fluye sin color como en un río sin caudal, se escapa sin mirar por donde va. Me sostiene el mismo hilo que alguna vez me quitó un diente. Soy el perro que se acuesta en la última vuelta pero después se levanta para hacer dos más y ver que no se equivoco en elegir. Soy el permanente brillo de la sombra que quiere la sonrisa en los demás pero en la suya apenas siente luz. Soy la tierra seca después de ser explotada. Soy la que cuenta y después hereda problemas. Soy tuya, soy mía, soy testigo de los estragos del mundo. Soy de tus ojos porque me llevan lejos de mi el mundo en donde María alguna vez me habló. Tu corazón controla mis latidos.

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