martes, 2 de octubre de 2012

Memories

Solía mirar desde adentro de la estancia, con cara preocupada, hacia el firmamento cansado de cambiar su humor. Si llovía, me colocaba mis botas amarillas y salpicaba las paredes saltando en charcos. Si el sol resplandecía , me envolvía en ligera ropa para correr entre los galopantes caballos. El viento con aroma a miel soplaba en mi cara y besaba mis mejillas secas, sin lágrimas, sin reposo de ninguna gota dulce de amargos sentimientos. Mis manos tocando las espigas que pinchaban las yemas de los dedos pero no había dolor. Mi cabello despeinado flameante entre las nubes de deseos y sueños aun vivos. Las tardes acompañadas de leche tibia y golosinas azucaradas esperaban ansiosas a la llegada del espíritu libre y joven. Las conversaciones con mi abuela no eran a cerca de corazones rotos ni de dolores cercanos a mi lejanía. Mi sonrisa se esparcía hasta una desdibujada invisible linea expresando su controversial límite.Uno dos, jugaba a las escondidas con mis muñecas, no con mis sentimientos. Tres cuatro, el tiempo parecía no correr. Cinco seis, corría para girar a la perilla de la puerta y salir a sentir el día en mi piel color nieve, no para huir de mis miedos. Siete ocho, los inviernos eran para formar muñecos de nieve, no para dudar junto a la leña. Nueve diez, los días de libertad y despreocupación se acabaron, la niñez se marcho sin retorno ni dejar pistas sobre su omnipresencia. Solo se fue sin decir adiós, sin decir "hasta siempre". Había comprado un boleto al tren de las nubes, pero con el tiempo se deterioró y se volvió inservible.

                              


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