Hace un tiempo yo me sentía sola. No había nada ni nadie que pudiera entenderme. Había un mundo entero afuera y yo estaba dentro de cuatro paredes. Todo parecía una página en blanco... hasta que apareció la música. Un ritmo, una letra, palabras sueltas y atadas a la vez con la ayuda de toda la compresión que me daban. Miles de bandas y cantantes fueron los que me enseñaron todas esas lecciones que hasta el día de hoy siguen siendo útiles. Me enseñaron una manera mejor de vivir. Mientras nadie me entendía, ellos me decían que alguien más pasaba por lo que yo sufría. Me hicieron encontrar mi propio lugar en el mundo. Pude y puedo disfrutar de cada canción como nunca, ya sea para llorar, reír, volverse loco... la música es para VIVIR.
La música me enseño a saber que no estoy sola.
Más allá de la música, hay otra pasión. Imprescindible y a la vez única. Me hace tomar un descanso del mundo que a veces me pone tan adentro de todo que hace que no vea salida... escribir. Cuando escribo me siento en un lugar fuera de todo por más que tenga mil personas a mi alrededor. Cuando escribo nadie me puede ver, ni escuchar, ni sentir. Desaparezco. Me siento en otro mundo. Nada me puede molestar, nadie me puede herir. Escribo, y siento emociones que nunca sentí, sentimientos que nunca salieron a flote. Escribir es mi manera de expresarme, de exponer mi libertad. De sentirme un poco más "yo"
Cuando escribo me siento alguien, siento que puedo ayudar a alguien más. Pero lo más importante, es que escribo para poder ayudarme a mi.
El escribir me dió mi propio lugar.
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