jueves, 17 de mayo de 2012

Es complicado escribir lo que estoy pensando porque, como la mayoría de las veces, son palabras sueltas que tengo que atrapar. Y cuesta.

Empecemos por el principio... la felicidad.

Hasta el punto que yo puedo ver, cuando uno es adolescente se encarga de cosas que parecen "mas importantes" y dejamos de lado lo que importa de verdad para hacer la felicidad verdadera. Y les puedo asegurar, que soy de esas personas que se preocupan por quedar bien con mis papás, pero por eso no quedar como una pelotuda con mis amigos. Soy de esas que dicen que no importa la opinión de los demás, pero a la hora de enterarse de lo que andaban diciendo soy la primera que cree en todo lo que los demás tienen instalado en esas cabezas ignorantes de mierda. Soy de esas que esta sonriendo cuando por dentro esta destrozada. Soy de esas que cae en cuentitos truchos cuando la realidad está adelante de mis propios ojos. Y no me niegues que vos también.

Es jodido ser adolescente. Tenes que luchar contra el mundo y por último te acordás de vos y de lo cansada que estás de pelear. Pero mucho más jodido, es darte cuenta que estás perdiendo años de tu existencia preocupándote y mortificándote por cosas que a la larga van y vienen, pero en el momento, son el hilo del que prende tu vida.

Lo que entiendo un poco más todos los días, es que no importa que tan buenos, que tan perfectos, lindos, flacos, altos, rubios, de ojos claros, talentosos o simplemente "normales" seamos, nunca va a ser suficiente para todos. Alguno siempre va a tener que aprovecharse del mínimo error para ponerte en una carrera contra tu satisfacción y que ahí empieces a cuestionarte todas las noches acerca del por qué de ese error, por más minúsculo que sea. ¿Se va a ir en algún momento es histérica manía nuestra? ¿O es parte de la vida tener que afrontar TODOS LOS DÍAS la presión de no ser perfecto? Si pensás que no sos lo suficientemente perfecto para ser feliz, estás equivocado. Ser feliz no significa que todo sea perfecto. Significa que aprendiste a más allá de las imperfecciones.

Si hay algo que entiendo de la vida, es que la felicidad no se consigue si estás solo y no hay alguien en el mundo que aprecie tus defectos y disfrute de esos momentos que se impregnan a la memoria como el perfume de la rosa.
La felicidad solo es real cuando es compartida.


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