lunes, 11 de enero de 2016

STARWOMAN

puede que sea cierto que el humo de los cigarros sea dañino. y que en algún punto, fumarme un porro y tener un viaje sea tan normal como despertarme y ver el sol. veo como algo posible que comience a detestar el gusto del alcohol, y que lo que ahora son risas después solo sean nauseas. quizá las rutas de escape se cierren porque estoy chocando contra una predecible salida. y por primera vez, la galaxia parece pequeña.
si mal no recuerdo, muchas veces me quejé porque sentía mis vacíos interminables. dudaba que alguna vez las voces se acallaran. me llenaba de pánico el mañana. rugía en la noche, adormecida por la libertad que sugiere creerme invencible. juraba ver las calles iluminadas en plena oscuridad, y el aire invisible chocando contra mi pecho, llenándolo de color. y momentáneamente, me sentía bien. porque es difícil ser joven, bizarro, poético y demente. pero es aún más difícil encontrar los momentos para disfrutar ser todo aquello.
y prometo sonreír cada vez que recuerde las veces que alcé mis dedos y me reí de este tóxico mundo porque, mi consciencia y yo, sabíamos que él no podía contra nosotras . prometo sonrojarme y remojar mis labios cuando algún beso compartido se cruce por mi mente, y vuelva a sentir la piel erizada y ese intenso ardor en el pecho que me provoca estar enamorada. porque atesoro todos y cada uno de los besos, las personas, y los momentos. y los lugares a los que me llevó cada uno con el roce de nuestras bocas. y las palabras. y los amigos. y los viajes al infinito ida y vuelta que me hicieron dar. la calidez de un abrazo en el frío de la soledad. la locura que implicaba mirarnos a los ojos y saber que, justo en ese momento, el tiempo no podía contra nosotros. porque era ese instante, extendido en un infinito, perdido y encontrado en la emoción.  la picardía del primer amor. mis manos con las suyas, mis ojos con sus ojos. y las noches sin dormir dando vueltas en un colchón lleno de historias. el dolor de un corazón roto que atinaba a no sanar nunca más, pero de alguna forma, se recompuso para ahora andar, cabizbajo y orgulloso, en esa eterna contradicción que significa haber sido lastimado pero aún así, seguir andando. y las cicatrices sanadas de una guerra que jamás tuvo intenciones de herir, que buscaba enemigos en dónde no había más que inocentes. en donde no había terrenos, no había trofeos. era yo contra la nada, el universo contra mí. porque juraba que había cientos de estrellas tirándome desechos cósmicos desde arriba, cuando solo me iluminaban. pero está bien. ya las perdoné, ya puedo ver. la gran venda de mis ojos cayó, y finalmente puedo ver. arriba, abajo y de nuevo arriba. por sobre el horizonte, y más allá de lo que creía que no existía.

hoy envuelvo un sin fin de historias, y la esencia de saber quién fui todos estos años; un corazón latiendo con voracidad, una canción sonando con máxima intensidad. una sonrisa medio chueca, salpicada con lágrimas color cristal. y le guiño un ojo al cielo, por última vez. lo observo, con sus estrellas a quiénes un tiempo atrás maldije y esta noche abrazo, con su luna que crece y se achica constantemente; como volviendo a ser quién era para poder aumentar su ser. y con su vacío, que compartí. que aún comparto. que probablemente, seguiré compartiendo. porque que haya vacíos no significa que falten cosas; sino que aún hay más por llenar. estoy segura  de que el cielo se llenará con más estrellas, y yo con más vida.

Esto solo puede ser leído escuchando esto.  Gracias. Infinitas. Ojalá algún día  tenga el placer de encontrarme con vos en ese gran planeta del que viniste, al ahora volviste, y del que me hiciste sentir parte.

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