domingo, 4 de octubre de 2015

lost in translation

- ¿Qué te pasa? -dice, y su nariz se arruga. Sabe que algo anda mal. Yo soy consciente de que le molesta mi rostro distante y triste. Enciendo un cigarrillo. Le doy una larga pitada antes de contestarle.
-La vida -le digo, y lo miro directo a los ojos mientras suelto el humo-. Antes solía disfrutar de las cosas sencillas. Caminar por las calles un día nublado. Los chistes estúpidos. Las salidas nocturnas. Toparme a alguien que no veía desde hace tiempo. Escribir. Escuchar música. Comer. Esas cosas, ¿entendés? Esas idioteces, las diarias, las más comunes. Perdí el placer de gustar de todo eso y me duele. Siento un gran vacío. Como si hubiesen arrancado un órgano vital de mi cuerpo. Como si hubiesen trasladado todo mi interior hacia otra parte y yo haya quedado acá, inerte, hueca; incapaz de sentir algo. Y la verdad es que extraño sonreír por cualquier cosa. Ahora todo es más complicado. El odio parece acumularse y siento que me volví de piedra. Mis dedos se traban al escribir, ya no se deslizan sobre el papel como lo hacían antes. La música me parece absurda, monótona. La comida ya no sabe a nada. No me entusiasman las salidas porque se bien que después de ellas solo habrá día. Y la gente... no estoy segura de si quiero hablar de ello. Solo voy a decirte que les tengo pánico. A cada uno de ellos. Me asustan. Y ahora, en este momento, estoy totalmente acobardada. Creo que me volví el cliché que nunca quise ser, el típico personaje de una novela mediocre que llega a ser muy vendida. Y si me preguntas por qué, por qué me pasa esto, y por qué dejé de ser quién era, no sabría que responderte, porque no tengo idea cuándo fue que me empecé a desquebrajar como la tierra seca. Supongo que en algún punto ya no soporté más las golpizas.

Para cuando me di cuenta, las cenizas de mi cigarro consumido yacían sobre la mesa. Y mis ojos estaban empapados en lágrimas. Él se levanta de su silla para ponerse a mi lado. Corre el cabello que cae sobre mi oreja para susurrarme algo.
-Fue el amor lo que te destruyó. Pero tranquila. Estoy seguro de que pronto vendrá nuevamente para sanarte.



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